16 may 2010

Delirio


Tengo momentos a los que llamo “de lucidez”,
en los que le sonrío al viento esquivo de tu estela
y finjo que la soledad me sienta bien.
De más está decir que los busco a diario,
pero como el viento me traspasan,
como el agua se me escurren entre los dedos,
y como tú se van…
Lejos
Como la posibilidad de cruzar dos paralelas,
de mantener el fuego sin aire,
de repetir algo único:
Lo inexpresable
Como el aguijón venenoso del recuerdo
cuando se inserta en mi piel.
Profundo
Como terremoto inverso
que sacude mi interior
mientras finjo lucidez,
serenidad, indiferencia.
Y así toda revuelta en este abecedario
de letras repetidas y letras ignoradas
intento la trama de una tesis
La realidad
De que no todos los que se van vuelven
y no todos los esperados llegan.
Tampoco deseo arrancar una parte de mí,
crear una especie de autofagia,
ser mi propio antígeno.
Ni quiero incurrir
a algún tipo de simbiosis.

A veces me pregunto si el delirio que me asalta el resto del tiempo,
(las 24 horas del día menos los 5 minutos de “lucidez”),
es suficiente para considerar que en este pequeño compendio de letras desgarradas equivoqué el orden,

y mi estado normal es lucidez

y mis 5 minutos,

en los que eres completamente ajeno a mi,

son un delirio.